Los disfraces y las caretas hace tiempo que se cayeron... por mucho que no se enteren algunos en 3 años.
A ver si nos enteramos de una vez
Vamos a ver si las cosas quedan claras. Muchos de los llamados “mourinhistas” eran, más que de la persona de Jose Mourinho, defensores del entrenador del Real Madrid.
Gente en la mayoría de los casos normal con la “alocada” idea de que en el vestuario tiene que mandar el entrenador, no los jugadores. Algunos, incluso, no comulgaban con algunas o muchas acciones del portugués, pero entendían que en mitad de una batalla las órdenes del general no se discuten y se obedece con los ojos cerrados. El principio de autoridad es sagrado, sobre todo cuando tus tropas son futbolistas. Y ya habría tiempo al final de la campaña para valorar resultados y tomar decisiones.
A ver si nos enteramos de una vez. El Madrid estaba en medio de una feroz guerra de trincheras con un rival que amenazaba su histórica superioridad y atacaba con todo tipo de armas. En ese momento, con los obuses sobrevolando sus cabezas,
algunos jugadores decidieron hacer la guerra por su cuenta. Esos soldados, con el sargento al frente, abandonaron a su general. Así de claro.
Pero, y aquí está una de las claves del asunto, lo hicieron envalentonados porque desde el alto estado mayor les dijeron que no se preocuparan, que acabaran la campaña del mejor modo posible porque en unos meses echarían al general que les molestaba y traerían a uno nuevo. Además, contaron con el apoyo mediático, pues ponerse de su lado era ir en contra de su jefe.
Muchos de los llamados “mourinhistas” lanzaron la “disparatada” denuncia de que, en plena guerra, una campaña mediática contra el general de las tropas no podía hacer ningún bien a su ejército. Que los ataques a la persona eran ataques al cargo. Que ponerse del lado de los que rompieron el principio de autoridad, por mucho que hubiera hecho o dicho el general, no era lo más sensato. Y que poner a los soldados al mismo nivel que a su jefe, por muchas medallas que llevaran colgadas de otras batallas, era sinónimo de anarquía.
Ahora solo ha cambiado la persona; todo lo demás es idéntico. Porque se llame como se llame quien ocupe el cargo, será el entrenador del Real Madrid. Los que preferían perder la guerra para cargarse al general, los que pusieron sus intereses particulares por encima de los del equipo, eran otros; y estén seguros de que volverán a hacerlo cuando sus intereses particulares así lo dicten.
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