Haciendo memoria, es curiosa la suerte que han ido corriendo nuestros goles de partido en las sucesivas Champions.
En la Séptima el gol de Mijatovic se convirtió en el más importante de nuestra historia moderna.
En la Octava metimos tantos que casi nadie se acuerda que el primero fue de Morientes.
En la Novena, el gol antológico de Zidane compartió su trascendencia con las paradas de Iker.
En la Décima, el gol de partido fue de Bale, pero todo el mundo se acuerda del de Ramos.
En la Undécima el penalti definitivo lo marcó Cristiano, pero el héroe fue Juanfran, un éxito más de nuestra cantera.
En la Duodécima se repitió lo de la Octava, el gol fue de Casemiro con ayuda de Khedira, pero se diluyó en la goleada.
En la Decimotercera el golazo de Bale nos volvió a dejar epatados como los de antaño
En la Decimocuarta el gol de Vinicius parece como que no termina de alcanzar la importancia que merece
8 goles como 8 soles, unos más bonitos, otros más feos, unos más solitarios, otros más acompañados, pero los 8 son patrimonio histórico del Club.