Paul Breitner escribió:Os cuento mi caso por si algún día, que espero que nunca llegue, tenéis que pasar por estas circunstancias.
Mi padre sufrió un derrame cerebral hace 2 años. Un día se desploma, no le da importancia y se va a la compra como cada día (mi madre hace 20 años que sufre ceguera total por glaucoma). Cuando vuelve del supermercado, se vuelve a caer. El definitivo. Ese día pasa de llevar una vida activa a una dependencia severa.
Tomaba Sintrom, un anticoagulante. Eso evita las trombosis, pero si hay una hemorragia, el desastre es mayúsculo: se encharca el cerebro y no se puede operar. Aquello no tenía remedio. Estuvo en la cama de un hospital dos meses, sin decir ni una palabra, sólo miraba. No sabíamos si sufría o no. El médico me toca en el hombro y no hizo falta que añadiera nada más. La evolución de los ictus es imprevisible. Unos salen adelante y otros se quedan para siempre.
Grande Paul. Tengo muchas diferencias políticas contigo, de hecho, estamos en las antípodas, pero ante el amor y el cariño de unos padres como los tuyos, y el que le demostráis tú y tú hermana, solo puedo darte mi enorabuena a ti y mis felicitaciones a ellos por haberos educado tan bien,
A los dos meses, los médicos me comunican que ya no puede seguir en el hospital. Hay que dejar la cama libre. El hospital gestiona una residencia pública, pero le deniegan la plaza por su grado máximo de dependencia. A 500 metros de su casa hay una privada, pero a un coste inasumible. Carísima.
Hay que llevarlo a casa. Compro una cama motorizada y la planto en el salón. Nada de habitación aislada, quiero que sus últimos días esté todo el tiempo con nosotros (yo vivo a 80 km y bajo cuando puedo, ahora mismo escribo estas líneas desde su casa). Mi hermana pasa a vivir con ellos las 24 horas. Los servicios sociales del ayuntamiento nos proporcionan una cuidadora para atenderle 1 hora de lunes a viernes. Contrato la asistencia de otra persona que lo atiende por la tarde, fines de semana y festivos. A las pocas semanas comienza a hablar. Vemos que mejora día a día. Logra levantarse de la cama y caminar con un andador por el pasillo. Algún día lo llevo al parque que hay muy cerquita de aquí. Mi hermana lleva a mi madre y yo a mi padre. Ambos del brazo, sin silla de ruedas ni andador.
Hace dos meses, cuando caminaba por casa con el andador, se cae al suelo. Rotura de cadera. Ojo, en este caso no se la rompe en la caída, primero se quiebra el hueso y eso provoca que se desplome. Le operan, pero ya no ha vuelto a caminar y me temo que no volverá a hacerlo en lo que le quede de vida.
Desde la cama, siempre pendiente de mi madre, la orienta cuando ella se levanta del sofá. Le lee los letreros de los programas de tv. Se preocupa más por ella que por él. Nunca se queja, siempre tiene una buena actitud hacia los demás. Dice mi hija que su abuelo puede con todo.
Hace unas semanas, los servicios sociales me ofrecieron una residencia pública. Les dije que no. Estoy convencido que toda su mejoría vino por no dejarlo solo. Está mejor en familia y así seguirá hasta el final.
Perdón por el tocho que he soltado. Sólo me quiero añadir que lo que se ha regulado es el derecho, no la obligación. Que a veces se olvida la diferencia.
Un fuerte abrazo, Assvak.
Un grande Paul. Tenemos muchas diferencias políticas, de hecho estamos en la antípodas. Dicho lo cual ante el amor y el cariño que demuestras hacias tus padres sólo puedo felicitarte y darles la enhorabuena a ellos por haberte educado así de bien.