Paul Breitner escribió: ↑Dom May 26, 2024 9:10 am
Es insólito lo que ha hecho Toni Kroos. Estamos acostumbrados a lo contrario, a que los jugadores alarguen su carrera lo más posible. Lo normal es jugar hasta que se pueda. Por dinero hemos visto arrastrar carreras lastimosamente. Vi a Kubala y a Di Stéfano, gordos y casi cuarentones, jugar en el Espanyol. Vi a Cruyff en el Levante, en Segunda, a Maradona dando vueltas por cualquier sitio… Vi a otros refugiarse en un fútbol menos exigente, desde Pelé, pionero en Estados Unidos, hasta a Messi y Cristiano ahora.
Lo de Kroos es muy raro, sí, pero tuvo un precedente en Zidane. En la 2005-2006 decidió que esa debería ser su última temporada. “No quiero arrastrarme”, confesó a un íntimo. Como 2006 era año de Mundial, regresó a la selección francesa, que había abandonado, y en abril anunció al Real Madrid que abandonaba el fútbol, perdonando un año de contrato. Ni siquiera aceptó una gratificación, se fue sin más. Tuvo una despampanante oferta de Qatar que no quiso ni examinar. Lo suyo era el máximo nivel o nada. Cuando temió que el tiempo le alcanzara decidió retirarse en todo lo alto.
También es cierto que a pesar de los finales sin gloria de Maradona y Cruyff se les sigue recordando como grandes grandísimos. Alguien se lo comentó recientemente a Kroos, que contestó con sencillez: “Pero yo no soy uno de ellos”.
Al aficionado, y yo lo soy, le cuesta resignarse. Estaba de dulce, tenía (aún tiene, hasta Wembley) un papel principalísimo en el Madrid que se sintetiza en esa vieja frase de “a mí al pie y los demás a correr”. Tiene el mando, todos le buscan, todos se le ofrecen y él no necesita extenuarse. No tiene velocidad, no tiene regate, no tiene quite, pero tiene el partido en la cabeza. Marca la pausa o acelera, entrega bien en corto, entrega bien en largo, maneja el equipo a fuerza de pases acertados.
Viene otro fútbol, en el que la energía, como pronuncia Ancelotti, va teniendo un papel cada vez más dominante. Hasta ahora ha resistido esa aceleración a base de puro juego, distribuyendo con la misma sosegada y sobria elegancia con la que lo hacía Velázquez a caballo entre los sesenta y los setenta, sólo que entonces todo era más pausado, ahora cada partido se juega sobre dinamita.
Quizá simplemente quiere descansar, una vez que el fútbol le ha divertido lo suficiente y puede mirar con orgullo su colección de títulos y experiencias y con tranquilidad sus ahorros.
Como Zidane, se retira en todo lo alto. Me duele, pero lo encuentro admirable.
(Alfredo Relaño en El País)