Iker Casillas, el nacimiento de una leyenda
Iker Casillas conquistó anoche el único título que faltaba en su palmarés y lo hizo ante el rival más difícil, el que probablemente sea el mejor Barça de la historia. A sus 29 años, Iker tiene mucho fútbol por delante y muchos títulos que ganar pero, analizando su trayectoria, es ya una de las más grandes leyendas del fútbol español.
Casillas se ha instaurado en el imaginario colectivo como un portero casi imbatible, digno heredero de los Zamora, Ramallets y compañía; esos que nos narraban nuestros abuelos y parecían más superhéroes que futbolistas. La leyenda de Casillas se resume con facilidad: ha jugado 2 finales de Champions, una final de Eurocopa, una de un Mundial y la de anoche, en la Copa del Rey. Ha ganado todas. No ha recibido ni un gol.
Siempre nos quedará Paris
Todo comenzó en Paris, hace 10 años. Iker, a sus imberbes 19 años, defendía la portería del Real Madrid de Del Bosque frente a otro equipo español, el Valencia. Aquel Madrid, con 5 defensas y un inexplicablemente eficaz caos ofensivo, con jugadores tan opuestos como Raúl o Anelka, con Redondo guiando el timón, ganó su octava copa de Europa. 0-3 y partido plácido para Iker. Era su primera final.
Un santo con ángel
Dos años después, otra final de Champions, ahora frente al Bayern Leverkusen. En Glasgow y sentado en el banquillo, Casillas contempló cómo Zidane firmaba un cuadro en forma de gol. Ese no era su partido, no iba a jugarlo. La temporada había sido complicada, se dice que Del Bosque le veía distraído, y era otro el portero titular, era César Sánchez. A pesar del gol de Raúl y del inolvidable escorzo de Zidane, la novena se había complicado. Con el 2-1 dibujado en el marcador y los alemanes apretando, César se lesionó. 22 eternos minutos restaban, y después otros ¡7! de descuento. Con las mangas rasgadas Iker se metió en la portería y rechazó por tierra , mar y aire; con las manos, con el cuerpo y con los pies; todas las acometidas germanas. 2-1 y su segunda Champions en el bolsillo.
En Austria, capitán y campeón.
En Austria fuimos Campeones de Europa y allí Iker jugó y ganó dos finales. La de todos, contra Alemania, fue plácida, sin muchos sobresaltos y perfectamente controlada por la Selección. 1-0 y Campeones de Europa. La otra fue unos días antes, frente a Italia. Ante el precipicio de Cuartos, con el vértigo de habernos estrellado tantas veces antes, Casillas jugó su final. La tanda de penalties le enfrentó a aquel con quien se discutía el título de mejor portero del mundo, Buffon. Allí Iker voló y paró el penalty definitivo, nos empujó más allá de los Cuartos. Nos hizo creer.
Casillas de mi vida
Tras años de lágrimas derramadas, con la sensación de que el fútbol por una vez tenía que ser justo con España, la Selección iba a por el Mundial. Era 2010 y Casillas llegaba a Sudáfrica envuelto en polémica: no era su mejor momento deportivo, la prensa rosa les acosaba a él y a su novia e incluso se discutía su titularidad. La Selección comenzó titubeante el Mundial, y todos los fantasmas acechaban a España. Pero todo cambió, otra vez, en Cuartos frente a Paraguay. Otra vez un penalty, otra vez Casillas, otra parada que evitó que nos despeñárabamos por el precipicio. De ahí, otra vez la inercia, hasta la Final.
Enfrente estaba otro maltratado por la historia, Holanda. Enfrente algunos de los mejores jugadores del mundo, algunos de ellos ex-compañeros de Iker. El partido, durísimo, a punto estuvo de escaparse en varias carreras de Robben a la contra. Todas las detuvo Iker, todas menos una. En esa no paró, hizo un milagro. El tiempo se detuvo con Robben plantado delante del portero, Casillas vencido a un lado y el balón al palo contrario. Era gol, se nos escapaba el Mundial... hasta que Iker alargó la pierna y se convirtió, como Iniesta después, en el jugador de nuestras vidas.
Frente a los mejores
La última gesta de Iker fue anoche, frente al que todos consideramos el mejor equipo del mundo. El Madrid, aspirante a ese cetro, salió muy intenso y tuvo las más claras durante toda la primera mitad. Pero su rival se escapó vivo y con él, las fuerzas de la mayoría de los jugadores de campo blancos. La segunda mitad, con las piernas cargadas, podía ser un suplicio. El Barça dominó y, aunque el entramado defensivo de Mourinho fue eficaz, tuvo 3 ocasiones claras. En muchos partidos, frente a muchos porteros, habrían sido gol. Sino todas, alguna. Posiblemente, la de Iniesta, que se coló en el área y golpeó cruzado, botando, al palo contrario y que Casillas, siempre Casillas, desvió con la punta de los dedos.
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