Apostata escribió:soldadomerengue escribió:Imaginemonos por un momento que no existiera la politica, y que todos nosotros tuvieramos la oportunidad de tomar un propio camino nuevo ideologico o politco como lo querais llamar, seguiriais con las pautas anteriores y ya caducas o emprenderiais una nueva forma de ver la vida mas alla de la politica?yo veo personas con ojos , boca y mente pero que hay del corazon y de los sentimientos?veis igualdad en este mundo? que clase de politica tan idealizada es esta que es incapaz de comprender a todo el mundo?conmigo no conteis, amigos,no, yo morire con las botas puestas pero jamas me unire a tales maldades.
El problema para conseguir un mundo justo a nivel global es que la empatía de los seres humanos es seletiva.
Es cierto que, la mayoría, tenemos esa capacidad para ponernos en el lugar del otro, ser conscientes de su dolor y tratar de ayudarlo. Pero esa capacidad tiene distintos niveles según la cercanía del individuo.
Imagínate tu mundo como una cebolla con distintas capas. En el centro de la cebolla estás tú por quien, evidentemente, sientes un gran aprecio. Tu vida y tu bienestar te resultan imprescindibles y procuras mantenerlos a toda costa.
En la siguiente capa, aún en el corazón de la cebolla, estaría tu familia, tus padres, tus hermanos, tus hijos, los individuos de la especie con los que mantienes una relación genética más estrecha, hasta el punto de que tus hijos son los encargados de garantizar la supervivencia de tus genes una vez desaparecido. Evidentemente, por ese grupo nuclear sientes una empatía absoluta y serías capaz de defenderlos hasta la muerte.
Ascendemos una capa y te encuentras con tus amigos, tus vecinos, la gente que vive en tu entorno más cercano. Con ellos compartes un espacio concreto, y por tanto la identificación con ellos es muy grande como grupo social más cercano.
Si sigues subiendo, encontrarás otra capa de cebolla con gente a la que no conoces, pero que comparte contigo unas características culturales, geográficas o lingüísticas, y así sucesivamente, hasta llegar al grupo de personas con los que no compartes más que la pertenencia a una misma especie, pero cuya lejanía y costumbres te son completamente ajenas.
A medida que subes en la capa de cebolla, tú capacidad empática se debilita. Es una cuestión antropológica, porque a mayor lejanía, menos depende tu supervivencia de ellos. Incluso llegado un punto de lejanía, puede que haya una capa determinada de la cebolla que contenga a un grupo con intereses enfrentados a los tuyos y que, por tanto, suponga un rival directo para tu supervivencia.
Este mecanismo de identidad es muy manipulable. Es complicado que alguien te ponga en contra de tu padre o de tus hijos, pero es relativamente fácil que alguien consiga convencerte de que las personas que no pertenecen a tu entorno, son peligrosos para tu supervivencia. Generalmente tememos lo que no conocemos, y quizá si entraras en contacto con esas personas, te darías cuenta de que son muy parecidos a tí y qué, básicamente, se mueven por las mismas pasiones y los mismos temores que tú, pero una vez que se instala el prejuicio es complicado que te acerques a ellos.
De manera que los seres humanos tenemos mecanismos para bloquear por completo la empatía hacía a otros miembros de nuestra especie y sin embargo seguir pensando que somos unas bellísimas personas porque nos comportamos noblemente con aquellos que pertenecen a nuestros círculos más cercanos. Un nazi podía volver a su casa después de haber ordenado la ejecución de miles de judíos, y ser amable con sus hijos y con su esposa, y querer mucho a su patria y a sus compatriotas, porque gracias a ese mecanismo de extrañamiento, no consideraba a un judío como a un igual y por tanto no sentía la menor empatía hacia él.
Así es como unas civilizaciones han machacado a otras sin sentir la menor lástima, o como las personas de determinados ámbitos sociales han vivido de espaldas a la miseria o el sufrimiento de quienes no pertenecían a su clase. Así es como quien se siente parte de un grupo ideológico determinado, puede odiar y mostrarse inclemente con quien pertenece a otro. O así, tocando fondo en el mar de la estupidez, es como un aficionado a un Club de Fútbol determinado, puede llegar a sentir odio por personas a las que ni si quiera conoce simplemente porque simpatizan con un club rival.
El mundo nunca vivirá en paz, porque los seres humanos siempre se organizarán en grupos, está en su naturaleza, y los grupos tienen siempre como objetivo prioritario, garantizar el éxito de sus miembros frente a los demás grupos. Y eso ya no es que sea una ley social, es que es una ley natural: el organismo que no crece está condenado a morir. O lo que traducido al lenguaje futbolístico, significa que en la naturaleza no existe el empate, sólo la victoria, y cuando la victoria es un imperativo, la paz es un imposible.