Jornada 31 | Osasuna 1 - 5 Real Madrid

Discusión sobre los partidos de la Liga.
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assvak
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#541Mensaje

steven2409 escribió:acá les dejo el vídeo,es una vergüenza este tipo de gente en los estadios ya que hay niños y no les importa intimidar y agredir delante de ellos, que pena.

[youtube]bBm51Zy-6kc[/youtube]
Una pena que las cámaras no enfocaran a estos hijos de p......, después de cada golazo madridista.
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Cordoba
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#542Mensaje

hitzeko escribió:Eso es lo que me duele de esos campos. Dicen que es afición que anima, que es un infierno para el rival, pero lo que es, es una vergüenza.

No solo son unos hijos de pu.., sino que además es gente completamente primitiva, que se sobrepasa incluso habiendo niños delante; da muchísimo coraje eso, que no se corten ni con los txikis.

Eso también lo he visto en San Mamés y de ahí me rechazo a estos dos campos. Como siempre, por unos pocos, muchos no podemos ir a ver un partido de fútbol.
Como dice el padre en la entrevista; él va al Reyno a ver a otros equipos y no pasa nada, pero va el Real Madrid y siempre hay espectáculo.

Me da especialmente coraje ver al tirillas rapado; seguramente un completo ignorante y un desecho social, como apabulla sin escrúpulos delante de sus amigos a la familia. Es increíble.

Yo me quedo con el Bernabéu de comepipas, que al menos puedes ir con tu familia a disfrutar de este deporte.
+1
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GI14
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#543Mensaje

Hola a todos!

Quiero dejar mi opinión al respecto, y es que no he vuelto a pisar el Reyno de Navarra sencillamente por la razón de que cuando allí juega el Real Madrid hay de todo menos ir a disfrutar de un encuentro. Tenía que ir medio escondiendo la camiseta y la bufanda del Real Madrid, soportar miradas, quitar del coche cualquier alusión al Real Madrid que llevara o me podía encontrar a la vuelta las ruedas pinchadas o una ventanilla rota, y celebrar las jugadas o los goles en silencio; además de escuchar desde el calentamiento hasta el min 90 insultos irrepetibles contra el Madrid, los jugadores, su familias, España, la bandera española, etc...Como al fútbol voy a ver a mi equipo y disfrutar de un partido, a estar en paz y sentirme libre, y eso es lo que precisamente los aficionados rojillos no hacen, pues no voy. Ojalá esos energúmenos aprendan algo de todo esto, al menos que se les caiga la cara de verguenza. Por lo demás desde la tele vi un partidazo del Madrid. ¡¡HALA MADRID!!
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DelBosque
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#544Mensaje

David Gistau en El Mundo:

'My Way'

Un equipo de fútbol tiene una gran ventaja sobre una candidata a Miss Ponferrada o un ciervo en el período de berrea: no debe proponerse a la fuerza ser querido y gustar. Menos aún por quienes, detestándolo en sí, casi por una costumbre cultural que se originó cuando el cesarismo en blanco y negro, exigen la rendición como trámite previo a una tregua basada en la condescendencia. Rendir un sentido propio del juego y de la tradición. Rendir la sola pretensión de contener valores adversos a los del ejército desarmado de Messi. Rendir la voluntad de discutir esa hegemonía que ha desmayado el mundo en un síndrome colectivo de Stendhal. Y sólo entonces serle perdonada la vida, cuando ya esté resignado a una condición gregaria que, en lo deportivo, se incrustó en la psicología madridista a partir del 2-6, y en lo moral, ha ido cuajando con la misión pastoral de los evangelistas de Guardiola.

Así era el Real Madrid hasta hace temporada y media, cuando ni siquiera los desmanes de un presidente tahúr escandalizaron a los custodios del señorío. El Madrí no olía a porvenir, y con eso bastaba. Iban a crecer las malas hierbas entre las ruinas de cuanto se fue, como en el Foro donde siempre me conmuevo imaginando la cabeza de Cicerón expuesta en la Rostra, como en el Benfica, y ello contentaba.

Había dos respuestas posibles al odio. La de la candidata a Miss y la del Real Madrid. Es decir, acompañar a Mourinho al aeropuerto, despedirle con un abrazo de mire usted, es que caemos mal y no puede ser, y luego oír decir a Florentino lo del «nuevo impulso», contratar otra vez a un Carlos Queiroz que sepa llevar corbata, hacerle frecuentar el Txistu, y aplaudir con señorío todos los 2-6 con los que estuviera cargado el destino. O largar un partidazo como el del sábado en Pamplona, en una de las capitales del antimadridismo, y luego tensar músculos ante el fotógrafo como Cristiano para enviar un mensaje de determinación y desafío. Es otro modo de cantar My Way. Aunque no cuento con que lo entiendan ni lo aprueben las cotorras del piquete abstemio en la puerta del saloon.

CuCien goles en 30 partidos y un pichichi del que sólo ves llegar la aleta dorsal: he ahí el secarral del mourinhismo, el catenaccio, el advenimiento pardo, la esterilización del juego, la blasfemia contra los ingrávidos muchachos alegres, puro espíritu de patio del recreo, de Bielsa y Guardiola. Cuando la realidad colisiona con un prejuicio, lo que el portador del prejuicio exige que cambie es la realidad, igual que Cela pedía desplazar una estación de tren para ubicarla donde él la había puesto en el Pascual Duarte.

Asentada la disposición a resistir, a ganar antes que a caer bien, sólo queda esperar del entrenador que se deje de bascular y que su equipo, mientras éste lo sea, deje siempre la impronta de Pamplona y nunca la de Villarreal. Al margen de quién esté delante, así sea el mismísimo Barcelona en la final de la Champions en Múnich, si se da, y aunque se pierda. El Madrí de Pamplona, dominante, pelotero, rematador de goles imposibles, vertical en su múltiple ramificación de artillerías que le permite ejecutar en un mismo partido varias suertes distintas del Cossío goleador.

Un equipo sabio para adaptarse a cada registro de los que va necesitando el partido, tocador para enfriar, iracundo y fulminante en la contra, automático en las complicidades ya adquiridas, pícaro en el último pase desde la media punta, disciplinado para defender, para robar y salir, para soportar el armazón de todo ahí donde se deciden las tendencias de los partidos y las posesiones de la pelota, en el medio campo. Cuando se juega así, cuando se responde con cinco golazos, cinco a una semana de presión y desestabilización, a quién le importa que un progre madridista que ha interiorizado la vergüenza de ser que le induce el periodismo diga tonterías como qué fue de los valores eternos. Yo los vi todos plasmarse en el encuentro disputado en Pamplona.

No me despido sin aconsejar primero a mi hijo adoptivo, Higuaín, que no acepte la jerarquía de Cristiano hasta el punto de timidez de no atreverse a definir sus propias jugadas por si acaso el gol se le antoja a él.


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