Rijkaard comunicó a sus ayudantes que no seguirá
Tiene contrato hasta 2009, pero podrían prescindir de él
Hace algo menos de un año, se supo que Frank Rijkaard tenía serios problemas personales que indicaban que su relación con Barcelona y el Camp Nou estaba tocando a su final. Se habló, se dijo y se escribió mucho sobre ese tema, hasta el punto que el holandés, en tono irónico, anunció en conferencia de Prensa que su bola mágica no le indicaba nada sobre su futuro. Parecía entonces que se apaciguaban los ánimos y que tranquilizaban a un entorno del club que entonces sí confiaba en el entrenador. Pero desde entonces algo ha cambiado. El gran fracaso de la pasada temporada, el poco dote de mando que ofrece su carácter y el cansancio de Joan Laporta y su Junta sobre el hacer de su responsable técnico se acaban resumiendo en que cada día que pasa resta uno menos para que Rijkaard deje de ser entrenador del Barcelona.
La costa pinta de la siguiente manera. El entrenador tiene contrato hasta 2009, pero no está sujeto a ninguna cláusula. Es decir, si alguna de las dos partes lo decide, se puede rescindir al final de la temporada, si es que no existió un cese o una dimisión previa. Y eso es lo que tiene en metido en la cabeza el técnico que hizo el doblete con el Barça hace un par de temporadas: acabar su vinculación el próximo 30 de junio. En una conversación privada, hace ya unas semanas, Rijkaard comunicó a sus ayudantes (Eusebio Sacristán, Johan Neeskens y Juan Carlos Unzué) que se fueran buscando la vida por si acaso, ya que el entrenador no ve nada claro que pueda iniciar su quinto proyecto como técnico azulgrana.
Es más, se intuyen los responsables técnicos que ni con títulos salvarían la cabeza. Desde hace tiempo se especula con la posibilidad que Joan Laporta ande buscando consenso con Johan Cruyff para buscar entrenador. Salieron varios nombres, pero por respeto aún no se ha filtrado a los medios afines la persona que podría ocupar su cargo.
El fútbol es cíclico y parece que Rijkaard pasa por momentos complicados. Nadie le garantiza la continuidad, aunque él podría renunciar a lo que le queda. Todo hace indicar que el presidente deberá buscar entrenador para la próxima temporada.