Por qué Mbappé va a jugar (o debería) en el Real Madrid
No hay otro modo de comenzar esta exposición que ponderando la dimensión del jugador al que me voy a referir: Kylian Mbbapé. El atacante del Mónaco en apenas media temporada como profesional ha revolucionado el panorama futbolístico, al punto de que se da por hecho que su traspaso, sea cual sea su destino final, pulverizará el récord histórico de gasto por un jugador. Mbappé es un futbolista con tantos matices que es difícil encuadrarlo en una demarcación específica. En el Mónaco, con un sistema de dos delanteros, ha jugado con absoluta libertad por todo el frente de ataque. Igual aparece por banda derecha, que por izquierda, que ocupa la posición de remate en el área pequeña. Sus cualidades son tantas que cualquier descripción de las mismas está abocada a terminar con puntos suspensivos, con el añadido de que las ha puesto en práctica en partidos de alto nivel competitivo. Estamos, en cualquier caso, ante la irrupción de un jugador de los que marcan una década, uno de aquellos que, cada vez que la reciben, tienes la sensación de que se cierne el peligro, de que va a pasar algo, de que nada será ya como antes.
Desde hace meses se relaciona a Kylian Mbappé con el Real Madrid, equipo que ya le invitó hace cinco años, por iniciativa de Zinedine Zidane, a visitar Valdebebas. En aquella ocasión, los padres del jugador no aceptaron la propuesta del club blanco ya que consideraron que todavía era muy joven para abandonar su entorno. Kylian, en cambio, no ha tenido problema en reconocer, con posterioridad, que Zidane siempre ha sido su principal referente o en mostrar una fotografía de su habitación totalmente empapelada, de arriba a abajo, con posters de Cristiano Ronaldo, jugador a quien durante mucho tiempo imitó en sus celebraciones al marcar un gol.
Pero pese a que las evidencias apuntan a un enlace del jugador con el club y el técnico con el que simpatiza desde niño, en los últimos días hemos sido testigos de diferentes informaciones que especulan con el fichaje de Kylian Mbappé por el PSG, una elección que se me antoja tan inexplicable que me cuesta creer que sea definitiva.
Que un jugador que atesora el potencial de Mbappé con 18 años, decida entregar su carrera – porque del PSG no se sale una vez dentro- a un club que no le puede ofrecer un contexto competitivo a su altura se antoja cuando menos extraño. La Ligue 1 es un campeonato que está muy lejos del nivel no ya de la Liga y la Premier sino incluso de la Bundesliga o el Calcio. Imaginar a Mbappé durante cinco años disputando partidos en un campeonato menor resulta desalentador. Algunos podrán esgrimir que el PSG es un club con un gran presupuesto, grandes jugadores y expectativas. Pero lo es hace tiempo y no por ello ha dejado de fracasar reiteradamente en competiciones europeas.
Y es que por más que un club se refuerce su competitividad depende, en gran medida, de la tensión sostenida a la que le mantiene el campeonato local. No es lo mismo jugar cada semana contra el Real Madrid, contra el Barcelona, contra el Atleti, contra el Sevilla o el Villareal que hacerlo contra equipos de la liga francesa. Que el PSG no haya conseguido consolidarse en Europa tiene mucho que ver con esa ausencia de exigencia en su ámbito doméstico. ¿Se imaginan que hubiera sido de Cristiano Ronaldo o Lionel Messi si hubieran fichado por el PSG actual con 18 años? Resulta imposible considerar que hubieran llegado a ser los mismos portentos que han sido y son hoy.
Tampoco el argumento económico de la supuesta oferta parisina resulta convincente. Se asegura que el PSG ofrece a Kylian un contrato que dobla prácticamente el que le ofrece el Real Madrid. De acuerdo, son hipotéticamente cuatro o cinco millones más al año. Pero cuando un jugador de esa categoría ficha por un club de una dimensión global – como lo son el Real Madrid, el Barcelona o el Manchester United – sus fichas son, en un orden económico, un tema secundario. Cuando una estrella pasa a formar parte de una institución de ese calibre se convierte inmediatamente en una multinacional publicitaria que le proporciona, vía derechos de imagen, unos ingresos muy superiores a los que perciben en concepto de ficha.
El mismo Cristiano Ronaldo cobra más, solo de una marca publicitaria (Nike) que del propio Real Madrid. En términos globales el montante total de lo obtenido por estos conceptos puede cuadruplicar la cuantía que obtienen a través de sus clubs. Messi, Neymar o el mismo Pogba son otros ejemplos que responden a esta misma situación. Obviamente el potencial de generación de estos recursos es proporcional al impacto mediático de las instituciones a las que pertenecen. Algo que el PSG, ni de lejos, está en disposición de poder ofrecer.
Que Mbappé, o más bien su padre, se decante porque su hijo cobre una ficha mayor en las próximas temporadas, aunque todo hace indicar que esa ficha acabaría igualándose a las más altas en caso de fichar por el Real Madrid y que, sobre todo, renuncie a otras vías de ingresos muy superiores, solo evidenciaría una falta de confianza en las posibilidades de Kylian.
También hay quien aduce que la prioridad del chico es ser titular, máxime cuando estamos en año de Mundial. No estaría mal que Mbappé hablase con Raphael Varane, que alcanzó la internacionalidad, la titularidad y la capitanía de les bleus siendo un claro suplente del Real Madrid. El caso del central no supone una excepción: Lucas Vázquez, Asensio, Isco o Nacho también se han convertido en internacionales por España sin ser ninguno titular. El número de partidos liberados por la BBC en las últimas tres temporadas y las presumibles bajas de Morata y James son suficientes argumentos como para que Mbappé tuviera garantizado casi cuarenta de partidos. El Mundial no estaría en ningún caso en riesgo. Y eso, siempre y cuando no se hiciese, incluso, con la titularidad antes del término de la temporada, circunstancia que, personalmente, tampoco descartaría teniendo en cuenta la calidad del francés.
Así pues, Mbappé tiene que considerar si prioriza jugar todo y ganar mucho el año que viene o hacer carrera y una fortuna aún mayor en el Real Madrid durante la próxima década. Hace un mes declaró: “Mi gran obsesión es ganar Champions”. La decisión parece obvia.
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