El abisinio escribió:Santiago Segurola.
Petardazo y mal arreglo
Sigan a ese chico. Se llama Draxler y atormentó a Danilo. Y, por extensión, al Real Madrid, que olvidó en Wolfsburgo sus buenos principios. No quedó nada de su actuación en el Camp Nou, donde ofició con la ética de trabajo que nunca demostró frente a un rival que se exprimió. Fue el Real Madrid roto y confundido que tanto había decepcionado esta temporada. Fracasó en todas las zonas del campo y permitió dos goles en la primera media hora. Dispuso de una hora para recuperarse y reaccionar, para enviar un mensaje de autoridad, pero no lo hizo. Jugó tan mal que Benaglio solo se sintió comprometido en un remate que Cristiano no consiguió embocar.
El fracaso se midió en todos los aspectos. La defensa se estrelló y los centrocampistas nunca marcaron el paso del encuentro, aunque la pista era sencilla. El Real Madrid comenzó con soltura, pero muy pronto destapó un problema capital: el marcaje a Draxler. Después de cinco años como gran promesa del fútbol alemán, Draxler se marcó el clásico partidazo que le coloca entre los jugadores más apetecibles en el mercado mundial.
Aunque no es extremo, se colocó en la banda izquierda, cerca de la raya, y no se movió de allí. Tuvo la virtud de la paciencia, cualidad que no acompañó a Gareth Bale, que destrozó a Vierinha en las antípodas del campo, pero no aguantó la impaciencia. En los últimos 20 minutos se desplazó al centro de la delantera y fue engullido por Naldo, Dante y Luiz Gustavo. El Wolfsburgo interpretó perfectamente lo que necesitaba, buscar a Draxler. Fue un equipo inteligente. El Real Madrid requería lo mismo: descargar el juego sobre Bale. No lo hizo. Fue un equipo muy poco inteligente.
Se anticipaba la superioridad del Real Madrid y la sospecha se confirmó en los primeros minutos. El Wolfsburgo, un equipo sin tradición en la Copa de Europa, se agrupó atrás y esperó la ofensiva madridista. Llegó sin prisa, pero con inteligencia. Lo mejor del Real Madrid ocurrió en el arranque del encuentro. El árbitro desdeñó un penalti a Bale, Cristiano amenazó en un gol anulado y Benzema firmó la mejor jugada del encuentro. Dejó clavado a Dante y exigió la fenomenal intervención de Benaglio en el mano a mano. El portero suizo desvió el tiro in extremis, con la puntera del pie.
Lo más notable de la jugada es que Benzema estaba cojo. Un tarantantán de Naldo le dejó tieso. El problema se vio después. El delantero francés permaneció en unas condiciones miserables durante 22 minutos. No volvió a oler la pelota. Son concesiones que no se pueden hacer en la Liga de Campeones, en un partido crucial para el Real Madrid. Le sustituyó Jesé y en el aire quedó la duda de la eficacia del cambio. A esas alturas, el Wolfsburgo había marcado dos goles y parecía más robusto en el medio campo que el Madrid. Quizá la presencia de Isco o James hubiera mejorado al equipo en dos aspectos: más densidad en el medio campo y mejores pasadores para Bale y Cristiano.
La ventaja del Wolfsburgo derivó de su capacidad para aprovechar las concesiones del Real Madrid, un equipo capaz de exigirse y cumplir con todas las obligaciones frente al Barça, pero no frente a un rival que ha decepcionado en el Bundesliga. La desconexión entre las líneas no tuvo explicación. Tampoco el desinterés de los delanteros por colaborar en el capítulo defensivo. Danilo y Marcelo pasaron un infierno frente a Draxler y Bruno Henrique en el primer tiempo. Por primera vez en mucho tiempo, Modric pasó inadvertido. Fue sustituido en la segunda parte, y eso son palabras mayores cuando se habla de Modric. Por lo demás, Kroos fue Kroos en su versión alemana oriental: frío, correcto, previsible.
Algo raro tiene que suceder para que la mejor conexión del encuentro la establecieran Draxler en una banda y Bruno Henrique en la contraria. Nada menos que 60 metros de distancia. Sin embargo, Draxler consiguió contactar varias veces con el brasileño, sin ninguna oposición. Nadie ocupaba el espacio central. Nadie interceptaba esa ruta tan sencilla de bloquear. Por ahí llegó el segundo gol. Draxler trazó una fácil diagonal, divisó a Bruno Henrique en el costado derecho y le entregó el pase. La segunda parte de la jugada comenzó con la absurda posición de Marcelo, que cerró tanto que se convirtió en defensa central. Bruno Henrique se sintió tan libre de marcaje que no tuvo problema alguno para cruzar el pase. Arnold llegó desde segunda línea, se adelantó a Sergio Ramos y clavó el remate a quemarropa.
La jugada reveló el plan del Wolfsburgo y el desastre defensivo del Real Madrid. Fue un partido que pesará mucho sobre Danilo. Se derrumbó. Draxler le trituró con su zancada elegante y su finura en el regate. Cuatro días después de la exhibición de Carvajal en el Camp Nou, dañaba a los ojos verle en el banquillo. No es la primera vez que la ausencia de Carvajal produce efectos desastrosos. El Real Madrid tardó mucho tiempo en recuperarse de la lesión del lateral derecho en el Manzanares, en la primera vuelta de la Liga. Es un jugador que rara vez defrauda en las grandes ocasiones. Danilo, sí.
El tanto de Arnold sucedió al dudoso penalti a Schürrle. La jugada fue diseñada por Draxler, ante la inoperancia de Danilo. Allí terminó el airoso despliegue inicial del Real Madrid. Se hundió sin razón alguna. Sorprendió su incapacidad para entender que tenía un sencillo recurso. Ni tan siquiera necesitaba jugar bien. Bastaba con lograr que la pelota desembocara en Gareth Bale. Su ventaja sobre Vierinha era de tal calibre que cada jugada generaba un incendio. Daba lástima el pequeño lateral ante la exuberancia del extremo galés.
No habla bien del plan de un equipo, o de su inteligencia, la cerrazón para no aprovechar las ventajas evidentes. La de Bale sobre Vierinha era mayor aún que la de Draxler sobre Danilo. Sin embargo, el Madrid giró la vista hacia otro lado. Se empantanó y jamás colocó en dificultades a la defensa del Wolfsburgo, integrada entre otros por el veteranísimo Naldo y por Dante, un central más rígido que el cemento armando.
El ingreso de Isco generó alguna expectativa, por ejemplo en un fenomenal pase a Cristiano, que no logró superar a Benaglio. Faltaba una eternidad de partido, pero allí terminó la producción ofensiva del Real Madrid, condenado a un sufrimiento imprevisto. Schürrle no cerró con el gol un gran contragolpe y Marceló escapó vivo de dos absurdas agresiones a Arnold. Se interpretaron como el precio a su pésimo partido, a la pérdida de papeles del equipo y a la angustia ante un resultado que no es insuperable, pero que obliga al Real Madrid a algo que nadie esperaba: una noche de campeonato en el Bernabéu.
Totalmente de acuerdo.
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