¿Y por qué Seara les daba 1.000 vueltas? ¿Acaso quería acabar mareado?Apostata escribió:Mira que acordarte de Corbalán y Solozabal y no acordarte de Seara que les daba 1.000 vueltas.
Por cierto, que Solozabal luego se pasó al fútbol y acabó de central en el Aleti junto a López y Patxi Ferreira.
Yo ya lo he dicho cienes y cienes de veces. Cuando salió Quique Villalobos, pensé que acabaría en la NBA. Pero pasaban los años y nada, que no le llamaban. Así que del disgusto, me acabé alejando del basket.
Seara no era mejor ni que el propio Solozabal mucho mas sobrio, ni mucho menos Corbalán,era un buen base a modo revulsivo, eso si que hacia unas transiciones rapidísimas,trepidantes, con un buen físico pero con cartel de suplente.Apostata escribió:Mira que acordarte de Corbalán y Solozabal y no acordarte de Seara que les daba 1.000 vueltas.
Por cierto, que Solozabal luego se pasó al fútbol y acabó de central en el Aleti junto a López y Patxi Ferreira.
Yo ya lo he dicho cienes y cienes de veces. Cuando salió Quique Villalobos, pensé que acabaría en la NBA. Pero pasaban los años y nada, que no le llamaban. Así que del disgusto, me acabé alejando del basket.
Pues Villalobos fue mi ídolo en la niñez, pero cuando estuvo jugando aquí en Alcalá en el Cajamadrid .Apostata escribió:Mira que acordarte de Corbalán y Solozabal y no acordarte de Seara que les daba 1.000 vueltas.
Por cierto, que Solozabal luego se pasó al fútbol y acabó de central en el Aleti junto a López y Patxi Ferreira.
Yo ya lo he dicho cienes y cienes de veces. Cuando salió Quique Villalobos, pensé que acabaría en la NBA. Pero pasaban los años y nada, que no le llamaban. Así que del disgusto, me acabé alejando del basket.
Yo que soy relativamente alto, mido poco más de 1.80, veía las canastas lejísimos, así que los más bajitos que yo deberían verlas como en la luna.Apostata escribió:¿Quién es el cachondo que me ha votado como mejor forero de basket?
Yo pertenezco a una generación en la que las canastas de baloncesto se situaban a lo ancho en los campos de futbito (sí, he dicho futbito) y si los futboleros llegábamos y nos encontrábamos a un grupo de raritos botando esos horribles balones medicinales con la mano, los echábamos a pelotazos.
Por aquel entonces, el baloncesto era considerado un deporte muy de chicas, y había muy pocos varones dispuestos a jugarse su buen nombre en el barrio jugando a esa mariconada.
En mi barrio no había canastas. El vicio de tirar pedradas a un brazo de campo a campo las desmembraba todas y luego los que querían jugar de verdad se veían obligados a contar como canastas los tiros que daban en el cuadrito pequeño del tablero.Madridistaypunto escribió:Yo que soy relativamente alto, mido poco más de 1.80, veía las canastas lejísimos, así que los más bajitos que yo deberían verlas como en la luna.Apostata escribió:¿Quién es el cachondo que me ha votado como mejor forero de basket?
Yo pertenezco a una generación en la que las canastas de baloncesto se situaban a lo ancho en los campos de futbito (sí, he dicho futbito) y si los futboleros llegábamos y nos encontrábamos a un grupo de raritos botando esos horribles balones medicinales con la mano, los echábamos a pelotazos.
Por aquel entonces, el baloncesto era considerado un deporte muy de chicas, y había muy pocos varones dispuestos a jugarse su buen nombre en el barrio jugando a esa mariconada.
Eso sin contar que de las pocas veces que jugué al baloncesto TODOS los tiros me salían desviados hacia la derecha. Es lo que ocurre cuando tienes una muñeca de madera.
Gran canción y muy descriptiva sobre el improvisado oficio de ser padre.asher escribió:"Niño, deja ya de joder con la pelota..."
Macho, me pongo a tus pies. Lo que acabas de escribir es digno de ser publicado en todos los periodicos de este planeta.Apostata escribió:Gran canción y muy descriptiva sobre el improvisado oficio de ser padre.asher escribió:"Niño, deja ya de joder con la pelota..."
Yo creo que la gran diferencia es que en los 70 y los 80 "sobraban" niños. No digo que no se nos quisiera, pero inundábamos las casas, las calles, los colegios, y nos desparramábamos por los arrabales y los descampados.
Siempre que hay excedente de algo, acaba cansando y pierde valor. Por ejemplo, bastaría que una epidemia acabase con las gallinas de medio mundo para que empezásemos a pagar 500 euros por un plato de huevos fritos con patatas, pero como a día de hoy sobran, apenas les concedemos valor, aunque estén bastante más buenos que las angulas.
Y eso es lo que pasaba con los niños entonces, que hartábamos y aburríamos, éramos como una infección en los barrios obreros. Nos pasábamos la vida en la calle y a nadie le preocupaba. Porque digo yo que pederastas los hubo siempre, y el calimocho y las drogas rodaban de lo lindo por los parques, y las niñas se quedaban preñadas a los 14, y sin embargo, las familias no vivían en un estado policial permanente y los niños éramos como hatajos de enanos que entraban, salían y correteaban por todas partes.
Ahora los niños son como un huevo de Fabergé, sólo falta meterlos en queseras de cristal. Los papás, en cuanto pueden, tienden a encerrarlos en corralas con piscina vigilables desde la ventana. Los niños apenas juegan por la calle, y mucho menos se meten en obras o vagabundean por los descampados. Gracias a dios que se inventó el móvil y la consola para tenerlos callados en el sofa del salón, friéndose el cerebro de mierda pero sin riesgo a ser raptados/violados/atropellados.
Antes los niños eran un accesosio familiar, ahora el nene es el eje central de la familia al rededor del que giran el papá, la mamá, el tito, la tita y los yayos. El rey de la casa, si no es que los padres se divorcian, y entonces pasa a ser el emperador de tooodas las casas, en medio de una carrera sin frenos para ver quien le compra más cosas y le contradice menos.
En ese contexto, al niño se le compra uniforme, zapatillas, chandal, balón, raqueta, stick y todos los adminículos necesarios para que practique el deporte de su elección, aunque sea durante una semana. Y se le federa, y se le lleva a entrenar en coche, y se le recoge con merienda, y se le acompaña a los partidos, y se le cuenta al mundo lo maravillosamente bien que se le da el fútbol/basket/hockey/curling, y lo pésimo que es el entrenador que no lo pone en su sitio.
Lo nuestro era otra cosa. Y qué coño, yo me alegro de que lo fuera.