Tabarnia escribió:asher escribió:Está claro que el juez Llarena ha pillado con el pie cambiado al gobierno, pues éste había pensado en otra salida de la crisis, menos "traumática". Su principal error, de hecho, no es táctico sino estratégico. En primer lugar porque cree que hay salida de crisis posible a corto plazo, bajo la forma de un modus vivendi con unos nacionalistas moderados que sólo existen en la imaginación de Rajoy y de Santamaría.
Ese ha sido uno de los errores durante décadas de los partidos gobernantes en España, pensar que había un nacionalismo moderado, y pensaban eso de PNV o CiU. Ellos nunca han ocultado su objetivo, pero algunos no querían ver la realidad. El propio Arzallus dijo la frase frase de "unos mueven el arbol y otros recogen el fruto", en alusión las actividades de ETA y del PNV, pero en realidad venía a decir que el objetivo era el mismo.
Desde la izquierda todavía algunos hablan de nacionalismo vasco, catalán y nacionalismo español. No son capaces de darse cuenta que el nacionalismo español no existe, el nacionalismo es algo excluyente, un nacionalista es aquel que odia al otro. En España lo que se ha demostrado con los movimientos de Cataluña ha sido un Patriotismo español, nada que ver con un nacionalista. Un patriota es alguien que ama lo suyo, sus raices, lo que han construidos las generaciones anteriores pero siempre respetando y considerando en grado de igualdad al resto de naciones del mundo.
Yo jamás seré nacionalista español, pero patriota hasta el último aliento.
Sí, entiendo perfectamente y comparto lo expresado por Tabarnia sobre el fondo de la cuestión: fidelidad, apego y cariño a lo propio desde el respeto hacia lo ajeno. Yo lo llamo diferencialismo, pero son cuestiones terminológicas. Los curas me dieron una formación clásica y me atiborraron de latín y griego, no siempre me gustaba de niño pero ahora les estoy agradecido.
De hecho, volviendo al tema, patria y nación tienen una etimología muy próxima. Para los romanos, la patria es la tierra de los padres y nación el lugar de nacimiento, en un contexto histórico y de civilización donde llegaba a significar lo mismo. Hasta la Ilustración y la Revolución francesa han sido vocablos intercambiables, pues los que luchaban contra el enemigo en Valmy cantando la Marsellesa lo hacían por la Patria y por la Nación.
Después fueron evolucionando las palabras en función de relaciones de poder e ideologías políticas. El romanticismo alemán del siglo XIX generó el nacionalismo moderno con lo que ello significó para el siglo XX.
Pero a veces se hace trampa con las palabras. Recuerdo a Macron, globalista empedernido y partidario de fronteras abiertas de par en par, entusiasta de la materia humana indiferenciada y adversario de cualquier tipo de filiación, reivindicando en su campaña electoral la palabra Patria, cuando de patriota tiene lo que yo de culé o de xeneize, y cualificando a todos los demás de nacionalistas.