En la sutil y sibilina lexicografía de los insultos, hay grados. "Eres un hdp" o "me c. en la pm que te parió", así, vociferando, de frente y a secas, a lo bruto, como lo dice Costa, es como reclamar a gritos la roja. Pero bajar la mirada, desviar el gesto y murmurar "la concha de..." o "cagón", como quien no quiere la cosa, si bien es repudiable, ciertamente, a la luz de las normas morales tradicionales, no reviste la misma gravedad. En resumidas cuentas, cuanto más animal, más te arriesgas a que te echen.