
Buen arranque
El Madrid recuperó su identidad y el Atlético no se libró de la suya, de la última, esa que le condena finalmente, poco importa cómo empiecen las cosas porque siempre acaban igual, especialmente en el Bernabéu. Dicho esto, destacar que el resultado, victoria y derrota, se sirvió envuelto de un gran partido que eleva a los ganadores pero que también rescata a los perdedores, porque para todos cabe la esperanza. Es difícil decir si el futuro será mejor, pero resultará más divertido.
En el caso del Madrid, el regreso a los orígenes vale mucho más que la victoria, porque la distingue de otros triunfos recientes, cosidos por la especulación y el arrebato. Aquello fue un jarabe de palo que dejó de tener sentido cuando se recobró la salud. La conclusión de la pasada temporada es que el Madrid no puede ganar a cualquier precio, aunque para ello deba pagar cualquier precio, como ha sido el caso.
De lo que no cabe duda es de que la inversión ha despertado la alegría. El equipo exhibió ayer la vieja generosidad que ha definido siempre al club. Entregarlo todo y siempre. Volcarse y revolcarse. Si la camiseta es blanca es para que se noten las heridas y el barro, la única filosofía posible. Atacar y atacar. Eso se esperaba de Schuster y eso, exactamente, apuntan los nuevos.
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