El ‘Madrid B’ es fiable
Nunca pensé que el Real Madrid tuviese un partido tan cómodo en San Mamés. Menos aún después de casi dar por perdida la Liga BBVA y de ver el once que montó Mourinho. Baste con decir que se antoja extraño ver en el mismo banquillo a Cristiano, Marcelo, Özil, Xabi Alonso, Adebayor y Carvalho. El resto de jugadores estaba en el campo. Esa decisión del técnico fue determinante para escenificar un choque diferente.
Por dos motivos. Uno porque diseñó un once para aislar a Fernando Llorente entre tres torres (Garay, Albilol y Pepe, que jugó de medio centro) y para jugar muy directo contra la portería de Iraizoz sin pasar por el centro del campo. Un movimiento táctico que desubicó a los centrocampistas del Athletic y, sobre todo, a los centrales, incapaces de sujetar a Higuaín y a Di María. El argentino fue un puñal porque Iraola se empeñó en jugar más de extremo que de lateral.
El planteamiento fue un éxito rotundo pese a que muchos jugadores (Garay o Kaká) apenas si habían participado con el equipo en lo que va de temporada. El Madrid entendió mejor las consignas de Mourinho mientras el Athletic naufragó en todas sus líneas. Nunca tuvo una noche tan plácida Casillas en La Catedral. Cero agobios. Cero en la portería. Cero sudores fríos. Cero lanzamientos desde la grada de algún maleducado. Fernando Llorente no logró rematar en ninguna ocasión y Toquero se pasó más tiempo en el suelo que guardando el equilibrio. El desquicie del Athletic fue de tal calibre que la afición se marchó antes de tiempo.
Y dos. Porque Mourinho se encargó de descargar el partido de tensión. ¿Cómo lo hizo? Dejando a Cristiano Ronaldo en el banquillo. Su ausencia rebajó la excitación habitual a las visitas del Real Madrid y del portugués. Sin CR y sin las estrellas, el partido parecía desnaturalizado y los jugadores del Athletic no se metieron de lleno. Se sintieron extraños. Como si jugasen contra el Madrid B o contra los Juveniles. Psicología pura. También Mourinho fue superior en esa parcela. El entrenador del Madrid despojó a su equipo de responsabilidad con la alineación y los jugadores respondieron con un ejercicio de seriedad y compromiso.
Se demostró que el portugués ya no piensa en la Liga BBVA. Simplemente espera cumplir y esperar algo que se antoja complejo, como es un tropiezo múltiple del Barcelona. Ahora le interesa la final de la Copa y la presumible eliminatoria de semifinales en la Liga de Campeones también con los azulgrana.
Una de las mejores noticias para el Madrid es que recupera efectivos para el momento decisivo de la temporada. Los noventa minutos de Kaká, con sus dos goles aunque sean de penalti, son una brizna de esperanza, como la continuidad de Granero. ¡Qué lástima la falta de confianza en este jugador!
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