Mourinho está asustado Estos partidos le excitan,
pero el aluvión de choques ante el Barça
pueden dejar su carrera muy tocada.
José Mourinho ya no tiene más excusas. Llega a la fase decisiva de la temporada jugándoselo todo ante el Barcelona e intuye que será una quimera lograr algún título a pesar de que su equipo ha recuperado efectivos y buen juego durante las últimas semanas. El entrenador portugués muestra su cara más fiera en sus comparecencias públicas, aunque la realidad es que está asustado. Duda de cómo jugarle al Barça, se sabe inferior y, además, podría tener conflictos internos con las alineaciones que plantee en los próximos partidos. Mou sabe que se juega algo más que su prestigio en estos cuatro clásicos. Si no gana nada, el luso podría irse por coherencia en junio o sus enemigos internos presionarían para que Florentino Pérez le invite a marcharse. El Barça tiene en su mano manchar y acabar su carrera en el Madrid.
Los que conocen a Mourinho saben que el portugués vive obsesionado tras el 5-0 del Camp Nou. En aquel partido comenzó a intuir que se había equivocado fichando por el Madrid al coincidir con el mejor ciclo de éxitos del Barça. Midió mal sus fuerzas y, desde entonces, comenzó una larga travesía en el desierto mostrando su carácter más agrio. Insinuaciones hacia el Barça, recados contínuos a los árbitros, conflictos internos en una clara estrategia para desviar la atención. Y es que su Madrid nunca ha podido igualar el juego de los azulgrana en toda la temporada a pesar del dispendio en fichajes.
Su estrategia se ha centrado en llevar a su equipo hacia la confrontación final con el Barça. Primero fue finalista de Copa, ahora ya es semifinalista de Champions y la pieza de la Liga se le distorsionó algo tras la derrota ante el Sporting. Todo muy medido y estudiado hasta llegar al momento culminante: ¿Y ahora qué? Eso es lo que le pasa por su cabeza y la de sus colaboradores desde hace semanas.
Mourinho, aunque nunca lo reconocerá en público, sabe que si el Barça juega a su nivel más alto, el Madrid no tiene nada que hacer. Por eso, el portugués confía en que los azulgrana fallen en alguno de los cuatro clásicos y preferiría que lo hicieran en Copa o Champions porque la Liga la da por perdida. Si fuera así, podría arañar algún título, aunque entiende que será complicado. Por eso, el luso lleva ya muchos encuentros probando dibujos tácticos con un doble objetivo: Por un lado, espera despistar a Pep Guardiola y, por otro, confía en lograr algo diferente que pueda frenar el juego ofensivo del Barça. Y es que Mou prioriza absolutamente la defensa, ya que cree que si el Madrid es capaz de no encajar goles, se llevará algún partido ante el eterno rival.
Pero las dudas y los quebraderos de cabeza son muchos. Mourinho podría utilizar un trivote en el centro del campo, o formar con el portugués Pepe como doble pivote en el primer encuentro. Esta última opción iría perdiendo enteros porque Mou quiere al central atrás y apostaría por colocar a Marcelo junto a Xabi Alonso y Khedira en el centro del campo. El dibujo del Tottenham le convenció, ya que su máximo objetivo es para la creación de juego azulgrana. Si lo logra mañana, lo volverá a probar en la final de Copa de Mestalla. Con el Inter le funcionó tejer una tela de araña, pero sabe que fue un milagro. Por el momento, todo son dudas y deberá decidir su primera alineación en cuestión de horas.
Otro de los problemas inesperados que afronta el portugués está en el seno de su vestuario. Todos quieren jugar y es probable que a alguna estrella le toque ver los clásicos desde el banquillo. Benzema, que está absolutamente recuperado, ha pedido la titularidad porque está convencido de que puede acabar de explotar ante el Barça, pero Mou apuesta por Adebayor, un delantero más experimentado y que puede fijar atrás a los centrales del Barça. Y ojo con Higuaín porque al luso le gusta mucho su competitividad y su sacrificio en el campo. Presiona más que nadie. En el caso de Kaká, no habrá discusión porque el brasileño tiene asumido que ya no es un jugador importante y que este ciclo de cuatro clásicos significará el principio de su adiós en el Madrid.
Un adiós que Mourinho quiere evitar a toda costa. El portugués es un experto en la guerra psicológica y, por ello, sueña con ganar el primer partido aunque sea por la mínima. Es el de menor importancia, pero esos tres puntos le darían para sacar pecho en las horas previas a la final y quemar sus últimas naves en la Copa. Por ahora, tiene un galimatías importante y miedo en el cuerpo. Le asusta pasar a la historia como el entrenador que fracasó en la lucha cuerpo a cuerpo ante el Barça. Y le pone frenético pensar que el Madrid le invite a salir antes de lo previsto. Su orgullo quedaría muy tocado.
Hoy continuará con sus tácticas de provocación
Nunca se ha mordido la lengua y ha intentado provocar al Barça siempre que ha podido y lo continuará haciendo. Mourinho no quiso hablar del rival hasta clasificarse para las semifinales de Champions y en el campo del Tottenham lanzó algún recado sobre las tarjetas provocadas. Hoy se espera un nuevo festival porque el portugués suele tener muy medido su discurso. Sabe el mensaje que quiere inculcar a la opinión pública y no irá de víctima, aunque interpretará su papel teniendo en cuenta que juegan en casa en Liga y en Champions y que la final de Copa será territorio neutral. Su mensaje va dirigido básicamente al público madridista y a sus jugadores y le importa muy poco que caiga como un tiro hacia el rival, sea el Barça u otro. No sería nada extraño que presionase algo más a los colegiados, sabedor de que las tarjetas pueden condicionar mucho el juego de su equipo en los clásicos.
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