De la frustración a la vergüenza
Se podrían enumerar pequeñas razones futbolísticas que, sumadas, cuentan a la hora de explicar por qué el Atlético perdió otra vez el que hasta hace no mucho era el partido más importante de su calendario (y también, aunque ahora suene a disparate, el del rival que tenía enfrente). Desde la irritante indiferencia del ‘honesto’ Forlán (una vez más) a los errores cada vez más alarmantes del meta De Gea (no sólo en los goles) y su peligrosa costumbre de no abandonar la línea de gol (¡concedió un remate a Adebayor en el área chica tras un pase en largo de Xabi Alonso en el saque de centro tras el tanto del Kun!). Pero no sería justo. La principal razón, la que hunde cíclicamente a los rojiblancos en el fondo de la mediocridad y carga al Madrid de justificada suficiencia, tiene más que ver con el psicoanalista que con el fútbol. El derbi lo pierden otra vez los atléticos en la cabeza. Lo pierden ahí desde la víspera, mantienen la derrota durante el trámite y la prolongan después hasta el siguiente falso asalto.
Y el problema no tiene solución a la vista, porque forma parte ya de la cultura de un vestuario infectado de miedo y complejos. Un mal que cultivan los dueños postizos, los que fichan y los que juegan con su desconocimiento absoluto de lo que representa el concepto Madrid para la institución atlética y de las claves que a su costa servían históricamente para impulsarse en vez de para sumergirse. La desinfección es posible, pero llevaría su tiempo: implicaría una barrida en todos los escalones de la casa, incluidos desalojos, y reinyectar la esencia de la idiosincrasia desde la base.
La patología se lleva por delante incluso a la afición, en cuyas entrañas sí queda rastro de lo que el Atlético fue y debe ser. Pero en su desconsolada frustración del sábado, acabó desahogando la sensación de impotencia con insultos extremos que ni ella puede permitirse. Porque no fueron sólo los ultras los que corearon el ‘Cristiano, muérete’ y el ‘Marcelo eres un mono’. Fue todo el campo, incluidos los niños gritando a coro de la mano de sus padres. Cristiano es un provocador consentido y Marcelo va camino de alcanzarle, está claro. Pero la acústica de una grada debe tener sus límites. Es verdad que la que va de mejor afición del mundo inspira compasión al ver lo que han hecho con su equipo los de arriba y los de abajo. Y que su hundimiento no es fácil de digerir. Pero más vale dar pena que vergüenza.
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Pd:quiere decir que Cr7 y Marelo empezaron a provocar?? me gustaria saber en que moento y que gesto hizo para decir esas cosas de los 2, y quisiera saber cuando a messi o keita le han dicho cosas asi??? uuufff menos mal es la mejor aficion del mundo.