El galo, sumando un gol y una asistencia ante el Lyon, mantiene vivo el debate sobre la delantera merengue. Para Mou no existe: son diferentes, e igualmente válidos según el rival
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El Real Madrid está de dulce. Después de una mala semana tropezando en Liga anteLevante y Racing de Santander, los pupilos de Mourinho se han rehecho definitivamente y han vuelto a ese caminar con paso tan firme al que está acostumbrado: 6-2 al Rayo, 3-0 al Ajax, 0-4 al Espanyol, 4-1 al Betis, y un 4-0 al Olympique de Lyon este pasado martes así lo corroboran. Y es más, porque no se trata sólo de resultados, sino también de fútbol, y de aprovechamiento de los recursos.
Sobre fútbol, sólo ante el conjunto vallecano se mascó la intranquilidad en estos últimos cinco partidos, y muy probablemente por los nervios que arrastraban de Santander y porque se adelantaron en el primer minuto. Porque frente al resto de rivales, el Real Madrid tuvo el control total del partido en todo momento y la victoria no pareció peligrar nunca. Y sobre elaprovechamiento de los recursos, la mejor muestra está en la alternancia en defensa con Ramos, Arbeloa, Varane y Albiol, en el centro del campo con Lass y Khedira, en la medular con Ozil, Kaká y Di María, y en la delantera con Benzema e Higuaín.
Todos estos jugadores han tenido sus oportunidades en estos partidos, y todos ellos la han aprovechado sin que el colectivo lo notara. “Estamos todos al mismo nivel. El míster cambia, pero el equipo está bien de todas las maneras. Puede jugar uno como puede jugar otro” explicaba tras el partido ante el Lyon Ángel Di María, uno de esos que está rotando en las últimas fechas. Sin embargo, el mejor ejemplo posible de esta efectiva rotación de cromos que está llevando Mourinho últimamente reside en la línea de vanguardia, el lugar donde cohabitan Higuaín y Benzema. Dos delanteros que se venían persiguiendo como el perro y el gato, hasta llegar los dos al clímax al mismo tiempo.
Después de habérselo ganado durante la temporada pasada mientras que Higuaín estuviera de baja, el ariete francés partió este curso como el delantero oficial del Real Madrid.Benzema había cambiado desde que fichara por el club merengue, estaba mucho más participativo, más enchufado, más acertado de cara al gol. Una lesión le apartó del once, y el Pipita se subió al tren como ya hiciera el galo en su ausencia. El argentino parecía aún lejos de su mejor forma, pero nada más lejos de la realidad. Estaba a punto de nieve, sólo a falta de minutos y goles que afianzaran su recuperación, y le llegaron como el kétchup, de golpe:nueve goles en cuatro partidos entre su club y su selección.
El debate entonces se abrió irremediablemente. ¿Quién es el delantero titular en el Real Madrid? ¿Quién es mejor jugador? ¿Quién se lo merece más? Sin embargo, en el propio club en lugar de abrirse la brecha, el mensaje único de que dos delanteros en forma es lo mejor que le puede pasar a un equipo es el que subyace en todos los estamentos. Y así lo explicaba Mourinho en rueda de prensa tras el partido ante el Lyon. “Salieron los futbolistas idóneos para medirse a un rival muy compacto, que cierra líneas y las junta. Por eso buscamos gente que se maneje bien en espacios reducidos, técnicamente más hábil. Creí que los idóneos eran Cristiano, Özil, Di María, y Benzema”.
Y no le falta razón al técnico madridista, pues Higuaín y Benzema son dos grandes puñales, de los mejores del continente, pero cada uno con sus características, su empuñadura, su hoja de corte particular. Benzema es un jugador más combinativo con sus compañeros, más asociativo, sabe jugar de espaldas a la portería, al primer toque, partiendo desde la banda incluso si es necesario, se desliza entre líneas, ratoneando en busca de los huecos que pueden dejar los defensas para buscar la pared con sus compañeros, capaz de moverse con soltura ante zagas más cerradas. Una gubia para tallar las obras delicadas.
Higuaín sin embargo es más el cincel basto creado para penetrar en los materiales más duros. Un jugador que sólo mira para atrás para ver cuándo le dan el pase, que vive de los espacios que él mismo se crea, de esos desmarques hacia la portería que sólo él ve con semejante clarividencia, ideal ante defensas propensas a dejar espacios. Es un cazador, la figura del jugador pillo de área, el rematador, el futbolista que participa del juego sólo cuando se olfatea ya el gol, que vive por y para lo que pasa entre la línea de gol y las mallas de la meta rival.
Si fueran un alimento, uno podría ser el refinado café au lait y el otro el amargo y profundomate, ambos capaces de estimular al que lo prueba, pero cada uno a su manera. Y ahí están los números para comprobar su efectividad. Benzema suma seis goles en diez partidoscon el Madrid, un tanto cada 120 minutos al que hay que sumar cuatro asistencias también. Higuaín por su parte acumula ocho goles en doce encuentros con los merengues, un tanto cada 64 minutos nada menos. Números que alimentan per sé el debate entre el madridismo, que no la fractura, ¿a quién debería elegir Mourinho?
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