Odio a la Coja, Capítulo 1: Por qué odio a la Coja
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Ya está aquí la Euro 2012, y como ya es tradición Fans del Madrid expresa su indiferencia ante lo que pueda hacer en la misma el antes conocido como equipo nacional, denominación al parecer demasiado “fascista” y que se cambió por otra aceptable para todos los imbéciles del país: la Roja. Efectivamente, me da lo mismo si caen en primera ronda, en cuartos, en semis o si ganan el título. Puestos a elegir, prefiero que caigan lo antes posible. ¿Pero a qué se debe esta antipatía, acaso soy antiespañol? No señores: a diferencia de tanto hijo de pu.. que anda suelto por ahí, soy tan español como Don Pelayo, Isabel la Católica, Blas de Lezo o Miguel de Cervantes. Mi desdén por la Coja tiene otros orígenes, que enumero a continuación:
1. Desencanto. Me pasé la infancia y primera juventud esperando a que España hiciese algo grande. Me parecía un flipe cada vez que “los mejores futbolistas del país” se juntaban, aunque fuera para una fase de clasificación costrosa, y esperaba ansioso que se pusieran a la altura de selecciones míticas como Alemania, Italia o Brasil. Las competiciones que viví con más intensidad fueron Italia 90, USA 94 y las Eurocopas intercaladas. Quizá tuve la mala suerte de que mi época de más interés por España coincidió con la etapa de Clemente -que por ejemplo prefería llevar a Troncozarreta antes que a Buyo por aquel incidente del pisotón a Futre-, pero lo cierto es que en mi mente se grabó la idea de una España perdedora. Un estigma que permaneció incluso con aquel futbolista jovencísimo que la iba a redimir de sus pecados, Baúl González, quien acabó siendo un fracasado más. Para el Mundial de Francia 98 yo ya pasaba bastante de España y de las selecciones en general. Además, el Madrid había ganado la Séptima y tenía más que cubiertas mis emociones futboleras.
2. Las selecciones son una mierda. Hablemos alto y claro: el fútbol-el fútbol es el que vivimos cotidianamente, el de clubes, y el flipe éste de las selecciones es para críos, mujeres, futboleros cerriles o gente con un interés marginal por el fútbol; para la chusma, vaya. Tal como están organizadas hoy día, las selecciones destrozan por completo las temporadas de los clubes. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI sea imposible disputar cuatro jornadas de Liga seguidas porque las pu... selecciones tienen que jugar amistosos o partidos de clasificación contra rivales de risa? Otro tema son selecciones como las de Brasil o Argentina, que son una religión laica que ejerce de placebo para las nutridas clases bajas de esos países, pero aquí no necesitamos ver a nuestra selección cada mes y pico para dar sentido a nuestras vidas. Que jueguen las clasificaciones concentradas a mediados o a finales de cada temporada, ¡¡pero que dejen a los clubes en paz!!
3. El secuestro de la selección. Hasta el 2008, dejando aparte las pegas expresadas en el punto anterior, no tenía ningún motivo para odiar al equipo nacional. Es más, cuando El Binguero tuvo los cojonazos de dejar fuera de la misma a Satanás, empecé a desear que ganaran la Euro 2008 por el daño que podría hacer a la carrera del susodicho. Y así fue, de hecho, aunque le costara al viejo ser cadáver deportivo incluso antes de empezar el torneo. Pero, ay, a Aragonés se le ocurrió empezar a llamar al equipo “la roja”, a imitación de otras selecciones del mundo (les bleus, la neroazzurra, la vinotinto…), y de pronto los medios progresistas vieron el cielo abierto para no tener que pronunciar esa palabra que tanto les desagradaba, España (mientras tanto, los de verdadera roja, Chile, no daban crédito al ver que les habían robado el mote). La España que ya no era España sustituyó a Aragonés por el técnico bizcochable por antonomasia -Vicente del Bosque, antes madridista, ahora maricón-, quien astutamente optó por el camino que le garantizaba más supervivencia en el cargo con menor esfuerzo: imitar en todo lo posible a la Farsa. Una jugada maestra del actual régimen mediático: la “Roja” ganaba porque hacía lo mismo que la Farsa y usaba a sus jugadores, perfecta excusa para que millones de imbéciles de fuera de Cataluña siguieran simpatizando con este club profundamente antiespañol.
4. La Coja como pretexto para minar al Madrid. Seamos claros en esto: un jugador profesional, al menos del Real Madrid, se debe ante todo a su club, al que le debe casi en exclusiva su dinero y su fama. Y si alguno no lo siente así, y piensa que su selección está por encima, que lo expresa claramente, para que el club actúe en consecuencia. En los últimos años hemos detectado en muchos jugadores blancos una notable falta de agresividad en los encuentros contra el Barcelona, motivada en buena parte por no enturbiar el ambiente de la selección. En el bando contrario, sin embargo, nunca les ha preocupado ir a degüello contra el Madrid, usando todas las artimañas posibles y dejándose la última gota de sangre en pos de la victoria. Afortunadamente, esta tendencia se ha invertido gracias a la llegada de Mourinho, pero hay algunos jugadores -especialmente uno, el “águila de Móstoles”- notablemente incómodos por la beligerancia ante el Barcelona, sentimiento compartido por la práctica totalidad de la prensa española. Pues bien, señores, el deber del Madrid -parece mentira que haya que recalacarlo- es siempre mirar por sus éxitos. Si ello provoca roces de algún jugador con sus amiguitos de la selección, eso es su pu.. problema.
5. El “patriotismo” futbolero es postizo y nocivo. Es obvio que España ha vivido un proceso de descomposición nacional en los últimos 35 años, con algunas regiones ya inmersas en procesos abiertamente separatistas. No obstante, un buen porcentaje del españolito medio, desde siempre miope e ignorante en lo político, no se da por aludido, y preguntado por la cuestión tiende a minimizarla: “bah, no es tan grave, lo que quieren es más dinero”; “sólo están reivindicando sus derechos”; “¡pero qué dices, si los vascos son tíos cojonudos!” En otras palabras, mientras que una región no proclame formalmente la independencia seguirán absolutamente ajenos al problema, e incluso apoyarán a equipos inmersos en el movimiento secesionista. Es más, para casi toda la gente que se declara de izquierdas, casi cualquier muestra de orgullo nacional es considerada de mal gusto, lindando con lo “fascista”… menos cuando juega “la Roja”. Entonces sí, ya es aceptable ser patriota, llevar banderas de tu país e incluso pintártelas en la cara.
Como incluso en las regiones separatistas se han subido al carro ganador de la selección, participando en las celebraciones de la victoria, existe una falsa impresión de que la patria está unida, cuando en la cruda realidad ocurre lo contrario. Ojo, es obvio que los éxitos de un equipo con la marca “España” pueden contrarrestar en cierta medida el antiespañolismo rampante, pero en último término nos hacen vivir en una burbuja que enmascara una realidad cada vez más siniestra para nuestro país. Esos mismos que animan a “la Roja” muestran su total indiferencia cuando un tribunal “constitucional” avala que un etarra pueda ser próximamente presidente del País Vasco. Que cada cual juzgue qué cuestión es más importante.
Todo esto sin olvidar, por supuesto, que en la selección juegan futbolistas independentistas, como Xavi, Puyol o Piqué, que han participado repetidamente en actos pidiendo la escisión de la selección catalana de la española. Según creo, hoy día es obligatorio ir con la selección bajo pena de sanción federativa. Que se elimine esa obligatoriedad, por favor, y vaya sólo el que lo desee y siente. Además, que todo aquel que sea convocado deba hacer una promesa formal del tipo “me comprometo a defender los colores de mi país, España”. Así al menos sabremos que los tipos a los que animamos están en el mismo barco de nosotros. Porque si hacemos equipos que representan países, es de todo punto ridículo que en esos equipos actúen jugadores que detestan ese país o desean su ruptura.