Ozil, el ilusionista rebelde
martes, 11 diciembre 2012, 14:05
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Magia sutil, talento fino y una zurda elegante. Juega fácil, ve la jugada y define a la perfección. Sus capacidades son superiores a su rendimiento, le tildan de irregular pero la realidad es otra, en cada partido deja cuatro o cinco chispazos que suelen resultar definitivos. Es ganador, desatascador de partidos y un problema para entrenadores con marcado acento optimizador como Mourinho. Cuando la toca Mesut, la jugada mejora, su cualidad es hacer correr el balón con suavidad, moverse sin apenas esfuerzo.
Se habla de una relación compleja con Mourinho. No es extraño, tampoco suena mal. El futbolista no entiende las filtraciones intencionadas ni estar siempre en la lista de sospechosos. Han pasado momentos malos pero el fútbol es rendimiento y la exigencia de Mourinho es apretar ya que Mesut Özil tiene tendencia a olvidarse de sus obligaciones cuando el equipo no tiene la pelota. Lo hace, no por egoísmo, sino para dosificar su físico. Mesut marca diferencias cuando está fresco y con chispa, en el agotamiento su rendimiento cae ya que no es futbolista de pase fácil sino de desequilibrio, un inventor de jugadas.
Kaka' abre la puerta a una posible salida. Será complejo, tan complejo como lo era en verano; quizás una cesión para frenar la depreciación del futbolista y evitar que en verano no haya nada que hacer. Modric necesita tiempo y adaptación, no solo al equipo sino posicional ya que lleva demasiados años jugando en el doble pivote y jugando de cara al marco contrario. No es fácil pasar de la noche a la mañana a jugar en un equipo nuevo y competir con Özil en la mediapunta donde el rol exige recibir de espaldas o de costado y marcar diferencias en una baldosa.
Pucela fue el punto de partida. Los indicadores muestran que este Madrid es de corto plazo. Hay señales de humo pero el fútbol es aquí y ahora, y en ese escenario la única realidad es que cuando Özil está enchufado, el Madrid mejora de manera exponencial y que sus recitales con balón tapan un juego colectivo que no termina de arrancar por el simple hecho de que el Madrid es velocidad y precisión. Su configuración necesita de espacio para encontrar ese punto imparable que termina de enamorar a todos.
