Al público se le dio lo que quería
Era difícil, en eso, todos estábamos de acuerdo, pero me quedó más claro aún que, Dios no hará por sí mismo lo que un hombre debe hacer por sí mismo. Casi necesitábamos un milagro, casi llegó, pero es que los milagros son lo que representan por ser tan escasos y raros.
Y es que el Real Madrid dominó el juego pero no culminó la remontada. Por tanto, uno piensa que un equipo es mejor, pero luego va y gana el que menos esperas. Se jugó sintiendo la necesidad urgente de un gol, y una vez más la ansiedad fumigó cualquier opción de remontada, al menos en los primeros minutos, cuando quedaba todo el partido por delante, para hacer que el placer del deporte no decrezca por su comercialización.
Por eso ahora la UEFA seguirá adelante con su fiesta de la Champions League sin nosotros, aunque a mí me quedará el entusiasmo y la ilusión con que los muchachos se enfrentaron al Borussia de Dortmund. Y sobre todo, no dejo de pensar que tenemos suerte de ser apasionados por este deporte, pues el fútbol jamás se entubará herméticamente en organismos.
Y prueba de ello sirva el arbitraje, que iempre ha querido presentarse como una ciencia neutral. La idea tiene su encanto pero es indefendible. Hummels se mereció la tarjeta roja y Webb sólo consiguió robarle el valor a su profesión.
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No cabe duda, que todos los partos son complicados, y por supuesto parir la décima Copa de Europa lo es. Pero ese camino debe ser sin prisas, pues estas son para los ladrones. Entre otras cosas, era fundamental haber jugado el martes con más seguridad. Al menos, al público del Bernabéu se le dio lo que quería.