
200 goles y ocho puntos
Hay mil formas de vencer, casi tantas como de perder, pero el Madrid ganó ayer de la única manera que se le ofrecía: un gol de rodilla y otro de penalti, de Raúl. Podríamos decir que los recursos están como el nivel de los pantanos. Al equipo se le ven las ideas igual que asoman las torres de las iglesias hundidas en los embalses famélicos. La buena noticia para el líder es que ayer, mientras escapaba por la salida de emergencia del honor, descubrió otra puerta abierta de par en par, la del fútbol.
El Espanyol tuvo el partido en sus pies, pero se le fue por la cabeza. Demostró que conocía los caminos del triunfo y completó diez minutos perfectos, los primeros. Luego se cansó de insistir y, aunque se puso por delante en el marcador, se abandonó ligeramente. Claro que también le faltaba De la Peña, que es el ideólogo del equipo, el último ingrediente, la sal, la pimienta y el chile. El pase de gol.
En descargo del Espanyol hay que señalar que sus atacantes se estrellaron contra Pepe y Heinze, que son un pareja de centrales, pero bien podrían ser un pareja de guardias civiles con bigote. Son serios, duros e implacables; el terror de rateros y delanteros. De Heinze se recuerdan sólo un par despistes menores, pero Pepe rozó lo sublime y hasta se permitió galopadas fabulosas, al estilo de Lucio, pero sin aquellas frivolidades. Al estilo del Madrid.
fuente: as.com