Cien días de blanco

[THenesoR]

Schuster no conoce la derrota en el banquillo madridista desde que arrancó la Liga

Llego a su casa, el Real Madrid, un 9 de julio, para confirmar que su buen hacer en el campo era trasladable a los banquillos. Tomó el mando de un grupo que a día de hoy es un equipo unido que no se aparta de la cabeza de la clasificación y que no conoce la derrota en competición oficial desde que arrancó la Liga. Confió en una filosofía ofensiva que enamora a una afición que quiere ganar divirtiéndose. Es Bernd Schuster, y sus primeros cien días en el Real Madrid son simplemente de sobresaliente.

La historia del Bernd Schuster entrenador con el Real Madrid comenzó el pasado 9 de julio, hace justamente cien días. La primera página de esta historia comienza con un deseo de suerte del más grande Don Alfredo. La respuesta del entrenador fue contundente: “Don Alfredo, aquí me enseñaron que la suerte hay que buscarla”.

Una sentencia que denota el espíritu ganador y el afán por conseguir metas que Bernd Schuster lleva impreso en su tarjeta de visita. Su carácter ganador, familiar en la grada del Santiago Bernabéu por las dos temporadas en las que vistió la camiseta del Real Madrid (1988-1990), le acompaña también en el banquillo. Una impronta tan inconfundible como su melena rubia, sus lanzamientos de faltas o su cerebro en el centro del campo.

Entrenador, pero sobre todo futbolista. Bernd Schuster aunque ahora con la pizarra en la mano, no puede dejar el balón aparcado, y en muchos de los entrenamientos de estos cien días se la ha visto pelotear con sus futbolistas. Él mejor que nadie sabe la importancia de tener una buena relación con el esférico. En sus primeras palabras como entrenador del Real Madrid, Bernd Schuster, confesó que su sueño era el de triunfar en un equipo grande como el Real Madrid, y aseguró que “las cosas van a salir perfectamente”. Ganar e ilusionar es una misión que el alemán tiene siempre presente, y en este primer examen la nota es sobresaliente.

Sin conocer la derrota
Los números avalan estos primeros compases: no en vano, el Real Madrid es el líder de la Liga desde el primer día, a lo que suma ser el equipo que más golea (16 tantos) y el menos goleado (3). El mejor arranque de liga de las dos última décadas (consiguiendo 19 de los 21 puntos posibles, o lo que es igual a seis triunfos y un empate).

Además, Schuster puede presumir de tener a cero su casillero de derrotas con el Real Madrid en competición oficial. Brillantes partidos, como contra el Atlético o el Villarreal garantizan también la filosofía de juego de este técnico. Cien días después, el Real Madrid ha demostrado ser por encima de todo: un equipo.

Del campo a los banquillos
El mismo año que colgó las botas como futbolistas debutó como entrenador, dirigiendo una temporada al Fortuna Colonia. En el siguiente ejercicio (1999-98) fue el máximo responsable de la plantilla del Colonia. Al finalizar la Bundesliga regresó a España para convertirse en el preparador del Xerez, que a punto estuvo de ascenderlo a Primera División. En 2003 se fue al Shahtar Donetsk ucraniano y, un año después, volvió al fútbol español para hacerse cargo del Levante, del que fue destituido antes de concluir la temporada 2004-05.

Bernd Schuster comenzó a cotizarse como entrenador en Europa y, en 2005, fichó por el Getafe. Al frente del equipo getafense realizó un excelente trabajo. El conjunto azulón no sólo fue una de las revelaciones de la temporada 2006-07, sino que por primera vez en su historia llegó a una final de la Copa del Rey y jugará la Copa de la UEFA.

Tras conseguir la trigésima Liga, el Real Madrid 2007-2008 echó a andar de la mano de Schuster con una filosofía totalmente nueva. El primer viaje, la pretemporada de Austria. Allí, Bernd Schuster tomó las medidas para diseñar un nuevo traje para el nuevo Real Madrid. Una tarea ardua en la que el trabajo se convirtió en la única rutina diaria de los futbolistas del equipo blanco. Con el traje hecho a medida, comenzó la Liga. Y desde entonces, el Real Madrid no se ha quitado la chaqueta de la victoria. ¡¡A por otros cien grandes días!!