Mou y el antifútbol
Mourinho ha encargado a Ozil que presione al árbitro Wolfgang Stark por su condición de alemán. Aquí hay un cambio de estrategia. En la final de Copa, la consigna era que presionaran todos al mismo tiempo. Claro que el árbitro los entendía perfectamente, aunque no se sabe si también comprendía a Ozil y Khedira. Esta vez la 'misión presionar al árbitro' recaerá sólo en un jugador. ¡Qué gran responsabilidad para Mesut!
No es extraño que a los equipos de Mourinho les cueste levantar cabeza cuando los deja. Están sometidos a mucha presión. La del propio entrenador, la que han de ejercer sobre los rivales y la que han de aplicar a los árbitros.
Ser 'moufutbolista' es muy cansado y al final reporta mucha ganancia a Mou y poca al jugador. El técnico blanco se mete con los árbitros una temporada entera, hace morder y pegar a sus jugadores, les indica que el pelotazo es un recurso virtuoso y se abrazan después de practicar un notorio antifútbol. Mou gana pero pierde el fútbol. Nadie recuerda al Oporto, al Chelsea o al Inter sin añadir la palabra Mourinho.
Los equipos de Mou muerden, presionan, son duros, agresivos, violentos y acaban con diez. Se meten con los árbitros, los calendarios, los entrenadores rivales y no aportan nada que no se practicara ya en el Jurásico: destruir el fútbol que hace otro. Siempre ha sido más fácil pegarle patadas al talento que buscar la excelencia. Pero este sensacional juego merece que alguien quiera honrarlo, como no ha parado de hacerlo el Barça de Guardiola
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