GASTON VARANE ANALIZA PARA MARCA LA EVOLUCIÓN DE SU HIJO
En el nombre del padre
Destaca que, desde que empezó en el fútbol, con 7 años, "su mejor cualidad fue siempre la fortaleza mental"
Francia ha dado algunos futbolistas de renombre con orígenes en La Martinica, una pequeña isla del departamento de ultramar francés del Caribe. Es el caso de
Henry, después Abidal y ahora Varane.
Gaston Varane nació y creció en el norte de la isla, pero en 1976 emigró junto a su mujer Annie a la pequeña localidad de Hellemmes-Lille. Francia vio nacer a Anthony, que acaba de dejar el fútbol por una lesión, Raphaël y dos hijas más.
Desde muy niño, el ahora madridista acompañaba a su padre a jugar los partidos en su equipo de fútbol regional. Ya en casa, Gaston no tardó en poner un balón al chico entre los pies. El fútbol era su pasión y, por encima del éxito, quería que sus hijos amaran y entendieran este deporte igual que él.
Gaston se pasaba las horas con los chicos jugando a la pelota en el jardín. No había otra cosa para ninguno de los dos: "Raphaël empezó con el rugby, pero no le gustaba. En casa no paraba de jugar al fútbol y yo creo que el papel del padre es importante a la hora de ayudarles a familiarizarse con el balón. Los chicos disfrutaban colando la pelota en casa del vecino, pero Raphaël entendió desde muy niño que el fútbol no consistía en eso", comenta Gaston.
El padre de Varane siempre intentó inculcar el buen fútbol a sus hijos: "Yo siempre les incidía en que había que cuidar la pelota, controlar, mejorar la técnica. Anthony era mayor y mejor que él, además era delantero, pero el pequeño aprendió pronto a disputarle el balón, a robárselo incluso sin caer en la rabieta ni en los empujones. Otro chaval de su edad lo habría intentado por las malas, pero él desistió pronto".
El primer club de Varane fue el de su ciudad, el AS Hellemmes, donde ingresó con siete años. "Ya destacaba, la verdad, pero sobre todo le gustaba entrenar. Yo he jugado al fútbol y era más perezoso que él. Al chico nunca hubo que empujarle para ir al entrenamiento, le encantaba trabajar duro".
Con 9 años, Varane ingresa en la escuela del Lens. Tuvo que hacer hasta tres pruebas. Son años en los que el chico compagina los entrenamientos con la escuela. "Volvía todos los días tarde a casa, pero se acostaba muy pronto para poder compaginar el fútbol y los estudios. No tenía mucho tiempo libre, la verdad, pero nosotros le dejamos claro que lo primero eran los estudios y después el fútbol".
Dos años fuera de casa
Con 11 años, el Lens envía al chico al centro de formación de Lievin, donde permanece interno dos años. El madridista siempre ha estado muy protegido por su entorno familiar, así que no fue un momento fácil. "Nunca ha estado muy solo, ni siquiera ahora en Madrid, donde vamos mucho por allí y donde está muy a gusto. Le encanta la ciudad y la gente".
El secreto del central según su padre está en la cabeza. "Su punto fuerte es la concentración, desde siempre. Él ha tenido siempre buena técnica, era rápido, fuerte, pero ha llegado por su trabajo y dedicación".
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